que dibujan en sus olas la cicatriz
de una isla rodeada de desierto.
La sal le escuece al cubrirle las heridas.
Tanta agua y no se apaga su sed.
Hay ventanas que dan a la esperanza,
que se abren por las ganas de seguir
respirando aire fresco tras las rejas del encierro.
Jaula de oro por el precio de la vida.
Eres lo que toca y no quien deberías ser.
Hay ventanas que no dan a ningún lado,
pero gracias a Dios...
Todas mis ventanas dan a ti.